31 octubre 2014

Garcilaso de la Vega



Aunque no se conoce ningún documento que date con precisión el nacimiento de Garcilaso de la Vega, la mayoría de la crítica coincide en señalar el año de 1501 como fecha más probable del acontecimiento.
A lo largo del año 2001 se celebraron, pues, los quinientos años del nacimiento del «príncipe de los poetas españoles», tal y como lo distinguió su comentarista Fernando de Herrera.

Fue el tercer hijo de Garcilaso de la Vega fallecido el 8 de septiembre de 1512, señor de Arcos y comendador mayor de León en la Orden de Santiago, y de Sancha de Guzmán, señora de Batres y de Cuerva. Sus abuelos paternos fueron Pedro Suárez de Figueroa, hijo de Gómez Suárez de Figueroa y Elvira Lasso de Mendoza, hermana del primer marqués de Santillana, y Blanca de Sotomayor, hija de Fernando de Sotomayor y Mencía Vázquez de Goes, a través de quien hereda el señorío de Arcos. Su madre, Sancha de Guzmán, fue hija de Pedro de Guzmán, señor de Batres, hijo del cronista Fernán Pérez de Guzmán y de María de Rivera. Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero Juan Boscán. Seguramente a este debió el toledano su gran aprecio por la lírica del valenciano Ausiàs March, que dejó alguna huella en su obra.
Garcilaso entró a servir en 1520 al rey Carlos I de España en calidad de contino real. Aprendió griego, latín, italiano, francés, música y esgrima. Formaba parte del séquito del II duque de Alba cuando Carlos I desembarcó en Santander en 1522. Al año siguiente fue objeto nuevamente del favor real al ser designado miembro de la orden de Santiago y gentil hombre de la Casa de Borgoña,organización al servicio de la corona que, junto a la Casa de Castilla, agrupaba a quienes trabajaban más cerca del monarca. No olvidó Garcilaso potenciar sus relaciones con la Casa de Alba y en 1523 participó, junto a Fernando Álvarez de Toledo, el futuro Gran Duque de Alba, en la campaña de Fuenterrabía. Este fue el origen de una amistad que se vio probada más adelante con la intervención de Fernando a favor de Garcilaso ante el propio emperador en varias ocasiones.



En los años siguientes, Garcilaso luchó en la Guerra de las Comunidades de Castilla y fue herido en la acción de Olías del Rey; también participó en el cerco a su ciudad natal en 1522. A finales de ese mismo año se embarcó, en compañía de Juan Boscán y Pedro de Toledo, futuro virrey de Nápoles, en una expedición de socorro que quiso y no pudo evitar la caída de Rodas en poder de los turcos; de nuevo resultó herido, esta vez de gravedad.
Estando un día en Granada con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia: y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere... Así comencé a tentar este género de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio —el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo ha sido tenido por cosa cierta— no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este propósito y acabándome de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos en esto más fundadamente.

Su escasa obra conservada, escrita entre 1526 y 1535, fue publicada póstumamente junto con la de Boscán, en Barcelona, bajo el título de Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega (1543), libro que inauguró el Renacimiento literario en las letras hispánicas. Sin embargo, es probable que antes hubiera escrito poesía de corte tradicional, y que fuese ya un poeta conocido.
Garcilaso de la Vega fue desterrado dos veces, siendo Nápoles su última residencia conocida. El suelo francés vio sus últimos días, ya que las heridas que sufrió en un enfrentamiento en Provenza, lo llevaron a morir a la ciudad de Niza, probablemente sin siquiera haber cumplido cuarenta años.


Garcilaso de la Vega fue hombre de confianza del Duque de Alba y de Carlos V


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